Foto: Yuberjen Martínez junto a Céiber Ávila y Jorge Vivas previo al comienzo de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
Yuberjen Martínez y Céiber Ávi
Ambos boxeadores debutaron con victoria en los Juegos Olímpicos de Tokio.
Prensa Mindeporte
Bogotá, 26 de julio de 2021. Los amigos: brazos que estira la vida para levantarse después de caerse; para sonreír después de llorar; para que los grandes momentos se conviertan en mágicos. En los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Veracruz de 2014, en México, comenzó una de esas amistades que, con el tiempo, después de muchos viajes, concentraciones, bromas, locuras y combates, se convirtió en hermandad: Yuberjen Martínez y Céiber Ávila.
Ambos, del Urabá, encontraron en el boxeo el camino para lograr realizar sus sueños. Allá lanzaron sus primeros jabs, sus primeros pasos cortos, esquivaron los primeros golpes. El cuadrilátero se convirtió en un refugio, ese lugar anhelado en el que decidieron afrontar la vida con la cabeza en alto, en el que supieron que los anhelos del corazón se lograban con trabajo, con dedicación y entrega. Así salieron adelante, se empezaron a labrar su camino.
Pero fue 2.600 kilómetros hacía el noroeste donde la amistad empezó a fluir, en esa ciudad mexicana que albergó las justas centroamericanas este par de seres se entendieron a la perfección, a pesar de la marcada diferencia en sus personalidades se atrajeron como dos cargas de símbolos opuestos.
Yuberjen es el inquieto, el que no se mide, el que se come un bocado más y dice que al otro día sale a trotar para quemar esas calorías de más. Céiber es su contraparte, más mesurado, tranquilo es consciente de lo que hace, todo lo analiza. Sabe las consecuencias de tomarse una gaseosa de más y nunca se quiere pasar. El uno parecía ser el complemento del otro, el polo a tierra.
"Hubo una chispa cuando nos conocimos, me tocó compartir cuarto con él y nos entendimos a la perfección. Después nuestra amistad se confirmó cuando nos reencontramos en una selección Antioquia, nos apegamos mucho", afirma Yuberjen sobre Céiber. Desde entonces empezaron a compartir cada momento, se la pasan de arriba abajo cuando la selección de boxeo está en concentración y cuando no, las llamadas son constantes y las conversaciones largas: compañeros, amigos, hermanos.
Durante el entrenamiento el semblante cambia. Ambos se toman con seriedad el trabajo: Reguetón a todo volumen y hacen los ejercicios que les deja el entrenador, Rafael Iznaga: salto de lazo, trote, golpes, defensa. Todo. Nunca existe una queja de ellos dos. Dan lo mejor de sí para lograr sus objetivos y siempre están atentos a cualquier consejo para mejorar. Pero cuando no tienen deberes se la pasan molestando, haciendo bromas.
Cuando están en competencia el enfoque es aún mayor. Dentro del cuadrilátero solo existe el rival y las palabras del entrenador. Desde afuera siempre están pendientes de lo que hace el otro: el movimiento de piernas, la forma en la que posiciona el torso, la defensa, los golpes que suelta. "Siempre estamos ahí apoyándonos", dice Yuberjen Martínez. Así entre risas, locuras, recocha y, también, entrega y dedicación este par de inseparables debutaron en sus segundos Juegos Olímpicos, con la mentalidad de seguir posicionando a Colombia como tierra de atletas.