
Foto: Nelson Crispín se convirtió en el primer medallista paralímpico en Tokio 2020.
Nelson Crispín: récords, sueño
jueves, 26 de agosto de 2021
Perfil del primer medallista paralímpico colombiano en Tokio 2020. Hace parte del programa Atleta Excelencia de Mindeporte.
Prensa Mindeporte
Bogotá, agosto 26 de 2021. "Ningún sueño es muy grande y ningún sueño es pequeño". En redes sociales, Nelson Crispín escribe palabras motivadoras, que impulsan su anhelo de competir en los Juegos Paralímpicos. Y ríe.
Su figura se agranda más de 1,35 metros, incluso llega a extenderse más allá de lo que la vista alcanza. Su historia en la natación es idílica. Parece de esos cuentos de hadas. La disciplina y él vivieron felices por siempre. Una vida llena de júbilo, alegrías, alborozo, triunfos, todos memorables, que llenan de emoción e hinchan el pecho de orgullo de millones de personas y también de récords, el último de ellos en Tokio 2020, que lo catapultó a la eternidad.
La piscina, su refugio, donde se resguarda, pero también donde salen a flote todas sus fortalezas, seguridades y cualidades. Atrás, en el pasado lejano y con algo de polvo, quedó la historia del temor de lanzarse al agua, esa en la que el miedo se apoderaba de su cuerpo, lo carcomía y lo hacía temblar; en la que la falta de confianza lo hacía ver con inseguridad una pileta. Cuando en su vida aparecieron William Jiménez, su primer entrenador, y el para nadador, Moisés Fuentes, esta tuvo un cambio de visión de 180 grados. Ellos le sembraron el gusto y, sobre todo, la pasión por la natación.
En cada brazada entrega su corazón y espíritu, deja el alma: desde que dio sus primeras, los resultados se empezaron a reflejar y no solo en los tiempos de las competencias sino en la sincronización que tenía con el agua, en cómo todas esas cualidades se potenciaban para hacerlo rendir a un porcentaje superior a los demás.
Rápidamente, llamó la atención de su departamento y en sus primeros Juegos Paranacionales, en Cali, con tan solo 16 años, se subió al podio en tres ocasiones. En dos, ganó plata y en una, bronce. Era el nacimiento de una estrella.
La cima de su Everest era el primer puesto en los Juegos Paralímpicos. A ese punto se enfocaban todos sus sueños, hacia allá apuntaban sus luces. Sabía que era un camino difícil, pero lo afrontó con coraje y determinación.
Foto: Nelson Crispín finalizó en la primera posición en la prueba combinada 200 mts, en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020.
Estableció récord parapanamericano en los 100 metros pecho en Guadalajara, 2011, certamen en el que se colgó una medalla de oro. Esto le dio su pase a Londres 2012. La primera parte de su recorrido se había completado: en la capital británica dio el primer sorbo de grandeza, terminó en la cuarta posición en los 100 metros pecho, con apenas 20 años.
Su siguiente ciclo con los Juegos Paralímpicos de Rio de Janeiro 2016 como objetivo, lo afrontó con mayor madurez y sus tiempos maravillaban más. En el Mundial de para natación, que se disputó en Montreal, en 2013, empezó a moldearse su figura a nivel internacional, al lograr cinco medallas: una de oro, una de plata y tres de bronce.
Algo que confirmó en el mundial de Glasgow, dos años más tarde, en el que se subió en tres ocasiones al podio; y, también, en los Juegos Parapanamericanos de Toronto, en el que se colgó seis preseas. Para entonces, ya hacía parte del programa Atleta Excelencia de Coldeportes, hoy Ministerio del Deporte.
En Rio de Janeiro completó un 80 % del camino que se había trazado hacia el oro paralímpico. En tres ocasiones finalizó en la segunda posición para convertirse en uno de los primeros atletas nacionales en ganar tres medallas en una edición de estas justas. Un año para el recuerdo, en el que terminó de darse a conocer a todo el país y al mundo, en el que fue condecorado y se convirtió en eterno para este sector a nivel nacional. En el que su imagen tomó el peso de figura.
Pero fue en el camino hacia Tokio donde terminó de elevarse al Olimpo. En el Mundial de 2017, en Ciudad de México, dio un abrebocas de lo que sería el periplo hasta la capital japonesa. Ganó cinco medallas, cuatro de ellas de oro. Puso a sonar el himno nacional a lo largo y ancho del mundo. Algo que emuló en los Juegos Parapanamericanos de Lima en 2019, en los que ganó cinco de oro, una de plata y una de bronce.
Ahora en Tokio tocó el cielo con las manos: se coronó campeón paralímpico en la modalidad de 200 metros combinado individual, una competencia que no era su fuerte, pero en la que dejó claro que el agua es su sitio seguro, el lugar donde tiene la capacidad de volar e ir más allá de donde muchos han llegado; donde los récords son una brecha imaginaria que se superan con trabajo, dedicación y esfuerzo; en el que le dibuja sonrisas a todo un país y en el que su imagen se enaltece hasta el punto de convertirse en inmortal de este deporte.
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