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La resiliencia de Usain Bolt

domingo, 19 de abril de 2020

La resiliencia de Usain Bolt Ampliar Imagen

Foto: IAAF
La resiliencia de Usain Bolt

A pesar de sus lesiones, el jamaiquino siempre trabajó para convertirse en el número uno

Prensa Mindeporte

Bogotá, 19 de abril de 2020. Una inhalación profunda y una exhalación fuerte para desprenderse de los nervios. La mirada de Usain Bolt, enfocada en la línea de meta, denota una seriedad poco habitual en su rostro. Cabeza abajo, manos separadas a la anchura de los hombros para mantener el equilibrio de un cuerpo esculpido para el atletismo mientras los pies descansan en los bloques de salida.

¡Ta!, suena un disparo que indica el comienzo de la carrera. Reacciona a la perfección: los primeros 30 metros son su fase de impulso. Posteriormente, yergue su cuerpo: hombros abajo y rodillas arriba. A los 60 metros gana confianza. Una última exhalación, seis zancadas y a celebrar. ??Cuando cruzas la meta, es cuando comienza la gloria??, dice sin sonrojarse.


Eso es lo que todo el mundo conoce sobre uno de los atletas más laureados de la historia. Un hombre que dominó las carreras de 100 y 200 metros en la última década, que parecía no tener rival alguno. No obstante, la historia de Usain Bolt no solo es de triunfos, sino que es sinónimo de resiliencia, empuje, entrega: hizo de su nombre un emblema, a pesar de los problemas económicos de su familia y de las lesiones que siempre lo agobiaron.


En 2004, esa joven promesa del atletismo mundial que había ganado -con 14 años- los 200 metros en el campeonato juvenil en Debrecen, Hungría (2001), y, un año más tarde, la misma prueba en el mundial juvenil de este deporte, que se llevó a cabo en Kingston, Jamaica, llegaba a la élite. Muchos ojos se posaron sobre él. Tenía una cualidad única a la hora de sprintar. Sin embargo, las lesiones empezaron a aparecer: el tendón de la corva fue su némesis.


No lo dejó competir en el mundial juvenil, en Italia, y lo dejó por fuera de los Juegos Olímpicos de Atenas, en la primera ronda de los 200 metros. ??Fue una experiencia horrible para mí??, recuerda. Tras realizarse varios exámenes se conoció que padecía de escoliosis, resultado de su altura y su mala alimentación en sus primeros años de vida, su columna se desvió hacia su derecha, lo que provocaba que su pierna izquierda fuese 1,5 centímetros más larga que la derecha.


Pasó una breve crisis de confianza, hasta que encontró a Glen Mills, el hombre que hizo de Kim Collins campeón del mundo en el Mundial de Atletismo en París 2003. El entrenador le recomendó al doctor alemán Muller-Wolhlfahrt, quien le detectó una imperceptible cojera y le hizo trabajar en ejercicios de compensación, además de fortalecer su espalda en el gimnasio.


Fueron tiempos de entrega total para Usain Bolt, en los que se dedicó fuertemente a fortalecer su cuerpo para que el problema que se le había detectado se convirtiera en su fortaleza. Nunca desistió. Ninguna pared fue lo suficientemente alta para detenerlo. Se entregó en cuerpo y alma para superarse. Trabajó en sus desequilibrios para alcanzar la excelencia en la velocidad.


Le costó tiempo, lágrimas, amarguras. En 2005, en el Mundial de Atletismo sufrió una nueva molestia y terminó último en la final de los 200 metros. Entonces, decidió tomarse el resto del año para recuperarse y volver en plena condición física para la siguiente temporada. Le recomendaron competir en distancias más largas como los 400 metros. No fue una opción para él.


En 2006, el trabajo arduo rindió frutos: en un campeonato de atletismo en Atenas logró una medalla de plata, en los 200 metros. Fue la eclosión de una estrella. Desde entonces, Bolt transformó la escoliosis en un aliado y los expertos descubrieron que su asimetría al correr, producto de tener una pierna más larga que la otra, sus 1,95 metros de altura y su capacidad, lo convertían en un ser prácticamente inalcanzable en velocidad y, por lo tanto, en el humano más rápido de la historia.


??Siempre he creído en lo que puedo hacer, nunca he dudado de mis capacidades??, resalta con la confianza que siempre lo ha caracterizado. La resiliencia fue una cualidad que lo llevó a superar sus problemas, convertirlos en sus fortalezas para convertirse en uno de los atletas más importantes a nivel mundial.

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