Prensa COC - Coldeportes
Este deporte llegó a la vida de Cristina Amaya y Sebastián Franco en épocas y maneras diferentes, a uno más temprano que al otro. Hoy no solo comparten haber nacido en la misma ciudad, Cali, sino la pasión por el ratquebol, una disciplina que representa una parte importante en sus vidas.
En el 2005, Cristina participaba de los Juegos Bolivarianos realizados en Armenia con el deporte del squash, y fue precisamente en ese año cuando el ratquebol llegaba a su vida por primera vez y para quedarse de manera definitiva: "En esas justas me invitaron a jugar raquetbol. En el squash estaba en un momento como medio aburrida, como que sentía que no iba para ningún lado. Me gustó más el raquetbol, me empezó a ir super bien y después de los Juegos Nacionales me dediqué 100% a el", narró Amaya.
Con la convicción de que ese cambio fue el mejor y llegó en el momento justo, hoy disfruta de la explosión, del impacto, de esa fuerza que se imprime con cada jugada en el ratquebol, de todas las emociones que siente al practicarlo, como ella misma cuenta llena de una pasión por este deporte, pasión que le brota por cada poro de su cuerpo.
Para llegar a estos Juegos Bolivarianos la preparación fue ardua tanto en lo psicológico como en lo físico, creyendo en sus capacidades y convencida de poder alcanzar la medalla de oro, sueño que en la jornada de este sábado se materializó: "Esta medalla me llegó en un momento donde tomé todo diferente estos Juegos. Me tocó por el lado más duro del cuadro y me dije: esto es una prueba y la puedo superar".
Así fue, esta atleta de 29 años, quien se define como una mujer alegre, que evita los conflictos y trabaja para alcanzar cada meta que se propone, superó todas las pruebas y se colgó la presea dorada.
A la vida de Sebastián Franco el raquetbol llegó desde su época de estudiante de bachillerato: "Mi colegio quedaba enfrente del club donde empecé a entrenar, y después del colegio había clases extracurriculares de squash, fútbol. Hasta que decidí que el ratquebol era lo que más me gustaba y seguí entrenando todos los días, y hoy estamos aquí con este oro bolivariano", afirmó el atleta con una sonrisa de satisfacción en su rostro.
Oro que significa la constancia y lucha de un proceso que no para, ya que hace cuatro años en los Juegos Bolivarianos en Trujillo (Perú) obtuvo la medalla de bronce y había quedado con esa deuda pendiente, que fue saldada en esta edición decimoctava de las Justas, después de una intensa preparación que dio sus frutos.
Este evento deportivo no solo representó para Sebastián saldar una deuda de hace cuatro años, sino la posibilidad de poder compartir con su esposa e hijo el triunfo: "Muy feliz de que ellos me puedan ver lograr esta medalla", aseguró Franco quien ya le dio a su bebé una pequeña raqueta, esperando que siga sus pasos.
Este sábado se bajó el telón del ratquebol bañado en oro, gracias a las excelentes actuaciones de Cristina Amaya y Sebastián Franco en individuales. Dos referentes de este deporte en Colombia, y ejemplos de que la disciplina y la constancia son herramientas claves para conseguir cada sueño, y que cuando hay pasión todo es posible.