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Bogotá, 30 de noviembre de 2019. -Cuando la billarista Lila Avella Pinzón está compitiendo, intimida con su profunda e implacable mirada, con su imperturbable postura en el momento de tacar y con su incontrolable actitud de doblegar sin piedad a sus rivales, pero detrás de esa imagen la verdadera personalidad de esta boyacense, es de una apasionada por el deporte de precisión, enamorada de la vida y que sabe muy bien lo que es lealtad hacia la familia y sus amigos.
Así es Lila Avella, una persona abierta, sincera y práctica como muy pocas, que sabe muy bien cuáles son sus metas y retos en el billar; por tanto, se entrega de lleno al entrenamiento de este deporte que cada día tiene más adeptos en todo el mundo, especialmente en la rama femenina.
"El billar es todo lo que hago y lo que más disfruto. Es mi escape, mi gran pasión y en la vida hay momentos en que estoy mentalizada en mi carrera deportiva, como está sucediendo ahora, en los que debo enfocarme para escalar", aseguró la hija de Jorge Enrique y Luz Stella, quien nació un primero de noviembre, en Sogamoso (Boyacá).
¿Cómo llegó el billar a la vida de Lila?
Cuenta Lila que siempre estaba al lado de su padre, que para donde iba don Jorge Enrique iba ella y que, para estar en los planes de su progenitor, tenía que aprender todo lo que practicaba su padre. A la edad de 8 años, Lila tomó por primera vez un taco de billar y don Jorge Enrique comenzó a enseñarle a jugar billar.
"Mi padre era todo en mi vida: mi amigo, mi ídolo y mi héroe. Él me enseñó muy bien a jugar billar y compartía todo el tiempo con él. Un día enfermó y se me fue para siempre y este ha sido el episodio más terrible de mi vida, pero me dejó como legado la pasión por el billar", recordó Lila, quien estudió en el Colegio La Presentación de Tunja.
Un día cualquiera, Lila se fue a jugar billar con los compañeros de la universidad y el destino caprichoso quiso que esta estudiante de administración de empresas, de la Universidad UPTC, se ligara al deporte de precisión de forma oficial.
"Llegamos a un club a jugar billar, pero lo que no sabíamos era que allí era la sede de la Liga de Billar de Boyacá, y que justo ese día estaban buscando integrar damas a la delegación del departamento. Hice una prueba y de inmediato me ‘reclutaron’, y me pusieron grandes maestros para aprender y evolucionar", explicó la cuarta hija de la familia Avella Pinzón.
A pulir el diamante boyacense
El primer profesor que tuvo Avella Pinzón, fue el maestro Jorge Vargas, quien le enseñó a que jugar no solo es pararse en frente de una mesa de billar y tacar, sino que hay que analizar, controlar las emociones y la estrategia, y a preparar una estrategia sólida y sorpresiva. Es decir, le enseño a jugar billar como los grandes.
"Aun Jorge es mi maestro, pero lo hace más por amor al billar que por otra cosa. El otro gran maestro es John Pérez, que en la actualidad es mi entrenador. Gracias a ellos dos he llegado hasta donde me encuentro en el deporte nacional", agradeció Lila, quien entrena todos los días en el Club Reno (Tunja), cinco horas diarias.
El debut de Lila Avella como billarista, fue en el primer campeonato de pool de Colombia, que se disputó en 2007, y en el que la actual medalla de plata de carambola libre femenino (Juegos Nacionales 2019), se proclamó campeona en aquella época, logrando el cupo a los Juegos Panamericanos de Costa Rica, de ese mismo año.
"Llegamos desenfrenadas al panamericano, creyendo que éramos las mejores, pero en realidad con un nivel deportivo y técnico muy bajo y cuando enfrentamos a jugadoras que sumaban sus quintas justas, todo fue catastrófico, pues quedamos eliminadas en segunda ronda. No obstante, ahí comencé a aprender y a saber más del juego y de la estrategia", argumentó.
Lila, asegura que, para ganar en el billar, "se debe tener malicia indígena".
Los primeros juegos nacionales en los que participó fueron en Cúcuta 2012, en donde conquistó la medalla de bronce, en la modalidad de carambola libre mesa pequeña. Luego, en las justas de Ibagué 2015, cayó ante la bogotana Johana Sandoval, en su intento por colgarse la presea de bronce.
"Lo importante no es quedarse ahí, ahora hay que entrenando y trabajar duro para lograr los sueños y objetivos, pues en lo personal mi próximo reto es en clasificarme a un mundial, y para ello, primero debo ser campeona nacional y luego campeona panamericana. Así como uno disfruta los triunfos, también hay que aprender a perder. Uno no puede parar, pues en esta disciplina si uno no entrena, se pierde el pulso", expresó Lila, una mujer casera, de costumbres hogareñas y enamorada de la vida y de las personas que comparten a su lado.