Londres 2012
Prensa Coldeportes
Óscar Figueroa descargó la palanqueta con los 177 kilogramos que le dieron a Colombia el primer record olímpico en su historia, lanzó un grito, saltó y despareció detrás de una cortina oscura.
Fueron pocos los segundos de este momento conmovedor antes de la seguidilla de emociones encontradas, la primera de ellas, escasos cinco minutos después de su conquista. Volvió a la realidad cuando apareció el Director de COLDEPORTES Andrés Botero rebosante de alegría. Fue el segundo abrazo de la tanda de muchos que le esperaban la noche de su conquista. Le dijo: ?Oscar usted nos ha dado inmensa alegría, lo felicito? y Figueroa le respondió: ?Gracias al Presidente y a Coldeportes que nos han permitido prepararnos para esto?.
Entonces fueron caminando para sumarse al coreano Un Guk Kim y al indonesio Irawa Eco, sus compañeros de podio y toda la corte que le esperaba para la ceremonia de premiación. Botero le colgó la medalla al cuello ante una audiencia cercana a las cuatro mil personas, testigos, como Colombia y el mundo a través de la pantalla chica, de la hazaña del deportista.
Después empezó toda una odisea. El paso por la estación de televisión del Canal Oficial de los Juegos, de donde lo arrebataron para conducirlo a la zona mixta. Dónde esa mi maletín?, dijo en medio del susto pasajero cuando los oficiales del control dopaje la requirieron su pasaporte y antes que una nube de fotógrafos, camarógrafos y periodistas plasmaran sus primeras impresiones. Había más de cien.
Estuvo más de 45 minutos allí y de repente una orden perentoria: ?Llevamos 45 minutos de entrevistas y es necesario conducirlo al control?, dijo uno de los oficiales de control médico. ?Solo dos minutos más, para evitar inconvenientes?. Había que atender la orden para evitarle inconvenientes al atleta por posible desacato al llamado.
No fue del agrado de la prensa la interrupción, pero era necesaria so pena de perjudicar a Óscar. Una morena robusta de 1.80 de estatura literalmente lo arrastró para conducirlo por un laberinto de pasillos, corredores, puertas y pasadizos hasta llegar a la estación de control al dopaje. Con el médico Mauricio Serrato ingresó al camerino, después de llenar varias formas y permanecer allí otros 40 minutos.
Y ahora qué sigue? Pregunto ya más sonriente y reposado. Otros cien periodistas acreditados de medios internacionales esperaban su llegada a uno de los pisos superiores del complejo Ecxel, acondicionado para las rueda de prensa oficial. Antes paso por una pequeña sala, donde los medallistas firman un poster gigante de la organización, conmemorativo de cada campeón. Y Figueroa firmó tres veces, como para no dejar duda? Se tomó fotos con los voluntarios y apareció en el salón dispuesto para los periodistas.
Treinta minutos más de preguntas y llovieron los elogios de la prensa. Habían pasado más de dos horas desde el momento glorioso de su medalla y quería irse a cenar y dormir. Pero aun el trabajo era largo. ?Más prensa todavía?, comento cuando supo que la prensa de Colombia que no tiene derechos ni acreditaciones le esperaba en un céntrico hotel de Londres.
Camino al Underground ?uno de las líneas de trenes de Londres? sonó uno de los móviles y al otro lado de la línea se escuchó la voz del Presidente de Colombia felicitando y saludando a Figueroa. Después de atender otra tanda de medios y pasar en directo por la televisión de Colombia, la helada noche londinense fue testigo de su regreso a la Villa, en un taxi acompañado por el Gerente del Comité Olímpico y los dos periodistas de la misión.
Partió de London Brigde, siguió por King William Street, paso frente a la torre de Londres, se internó por Great Tower y paso frente al London Museum central, hasta empatar una de las vías rápidas que conducen a Westfield, parada y antesala de la Villa. Caminó hacia el primer control de acceso y dijo: Creo que voy a dormir mañana todo el día?lo merezco.