Desde el año 2013 es gestor del programa Deporte, Convivencia y Paz de Coldeportes
Prensa Coldeportes
-El día que me muera lo único que me voy a llevar son las sonrisas, la alegría y el amor de los niños y jóvenes con los que trabajo-, dice Neri Felipe Romero, gestor territorial del programa Deporte, Convivencia y Paz desde 2013 en el barrio Nuevo Milenio, de Tumaco. Explica que no busca dinero o reconocimiento sino un espacio en el que los menores puedan emplear sus ratos libres de manera positiva.
Durante el tiempo que ha estado vinculado con el programa de Coldeportes, Neri ha sido testigo de la transformación de las futuras generaciones y por eso se siente orgulloso de hacer parte del equipo. El caso de Brayan Stiven Raigoza y Hárold Andrés Valencia, dos beneficiarios, lo define como un ejemplo porque ambos fueron formados en Deporte, Convivencia y Paz.
"Uno de ellos fue recuperado de malos pasos por problemas de convivencia. Al comienzo fue difícil, ni la mamá sabía qué hacer con él, pero yo le hablé y le dije que si se unía a la iniciativa podría luchar por su sueño de ser futbolista profesional. Escuchó el mensaje y dejó de tener malos tratos con los compañeros, su actitud cambió y todo mejoró", cuenta el profe, como llama cariñosamente la comunidad a Romero.
Tanto Brayan como Hárold fueron aceptados en Santa Fe, uno de los equipos con mayor tradición en el fútbol colombiano. Y ya llevan más de un mes en el proceso. "El profesor que los entrena allá me confirmó un dato que parece increíble: Hárold lleva 11 goles. Es un jugador muy bueno, creo que va a llegar lejos. Está haciendo las cosas bien y los niños que están en Tumaco están agradecidos y quieren ser como él", afirma orgulloso su mentor.
Para este tumaqueño, el propósito de Deporte, Convivencia y Paz es recuperar vidas, no porque estén perdidas, más bien porque algunos andan en "cosas malucas". Es por eso que se hacen compromisos para que los beneficiarios no solo se acerquen a jugar fútbol, sino para que también comprendan que es una importante herramienta de trabajo con las comunidades.
"Entre todos hacemos actividades recreativas, deportivas y formativas. Eso les ayuda, uno ve sonreír a niños que hace tiempo no lo hacían y el alma se llena. Ojalá que lleguen muchas bendiciones más para este grupo de jóvenes", recalca.
Eso sí, Neri Felipe Romero asegura que todavía faltan muchas cosas por hacer, como llegar a más territorios y zonas rurales de Tumaco, pero también es consciente de que la labor de todos los formadores y gestores del país toma tiempo. Al final sonríe, se queda en silencio por un breve instante y vuelve a repetir: "El día que me muera lo único que me voy a llevar son las sonrisas, la alegría y el amor de los niños y jóvenes con los que trabajo, por eso debemos aprovechar esta oportunidad tan especial".