Terminó en Bogotá el III Curso de Agentes de Control Antidopaje 2015
Prensa Coldeportes
¿Usted no sabe quién soy yo?. Esa pregunta que se ha hecho famosa en Colombia por algunos con ínfulas desmedidas, también se la formuló una deportista a Mónica Paola Clavijo, cuando la agente de control antidopaje le pidió el documento de identidad, primer requisito a la hora tomarle la muestra.
Al ver que con su presencia no bastaba, la afamada atleta giró entonces 180 grados en la estación para cuestionar si alguien en el entorno desconocía el palmarés que la distinguía. "Cédula por favor", fue la reiterada e innegociable réplica. La estrella, entonces, no tuvo de otra que ir contra su voluntad y el ego aterrizado, en busca del papel para iniciar el procedimiento.
Esa es apenas una anécdota de las muchas que esta médico de 37 años ha vivido desde que ingresó en abril de 2007 al Programa Nacional Antidopaje de Coldeportes, pero que en definitiva confirma la severidad que le distingue. Su sello. "Le molestó demasiado tener que ir y volver, nunca ocultó el enojo, pero lo peor es que le han tocado nuevos controles conmigo y siempre que me ve hace la cara de ‘¿otra vez con usted?’", recuerda con tenue sonrisa la doctora Clavijo, gesto que los deportistas pocas veces le ven.
Seria es. Mucho cuando se lo propone. Y es que así ha asumido la vida. Como cuando a los 16 años decidió estudiar medicina en la Universidad El Bosque de Bogotá y apenas tres semestres después descubrió su verdadera y pura vocación. "Me enteré que había postgrado en deporte y sólo había dos universidades para hacerlo, en la que estudiaba y en la de Antioquia", cuenta con el entusiasmo propia del estudiante que reconoce aún llevar dentro.
Esperó pacientemente para hacerlo. Tras el rural, aplicó dos veces a la beca en el alma máter de Medellín. Aparte de hacerse a ella, en la capital antioqueña un tema en especial le hizo el guiño: el antidopaje. Hizo varios seminarios al respecto por su cuenta. En uno de ellos se cruzó con Irma Bonilla, una de las ACAs más experimentadas del país, quien le indicó el camino para que se uniera a la causa.
Al año de graduada ya tenía la certificación. Fue rápido porque nunca tuvo conflicto de intereses. "No todo médico del deporte puede trabajar en antidopaje. El primer campo es alto rendimiento y el otro, más grande, es la actividad física y salud, por la que me incliné siempre. No me interesaba ver deportistas", advierte la barranquillera de nacimiento, bogotana por adopción y antioqueña de corazón.
Debutó como agente en ciclismo. Y terminó corriendo tanto o más que los propios participantes. "Fue en el velódromo de Medellín. Eran pruebas de velocidad y eso hizo difícil todo, ya que termina una y de inmediato arranca la otra, así que debía estar detrás de los deportistas, buscándolos, porque como es tan estricto el proceso, no se puede dejar que se vaya. Me tocó bajo estrés, pero así es que uno aprende", relata emocionada Mónica.
Ni hablar el orgullo que sintió el año pasado en los Juegos Suramericanos de Chile, su primera experiencia fuera del país. "Que nos pusieran como ejemplo a los ACAs de Colombia es algo inigualable, reconforta demasiado y confirma que se están haciendo las cosas bien", recuerda Clavijo, quien ya tiene fama ganada entre los deportistas porque "los procedimientos deben ser impecables, al pie del protocolo y así se pase por brava, las normas son para cumplirse".
Su historial de competencias es tan amplio como el respeto que impone en cada estación antidopaje que pisa. Juegos Nacionales, Centroamericanos y del Caribe, reposan en la amplia lista. Pero los Olímpicos de Rio 2016 serán su graduación como agente antidopaje. "Es con lo que soñamos todos los que nos dedicamos a esto", admite.
El sueño es cercano. Posible. Y ella, de por sí, lo vislumbra: "Brasil está aquí no más, no hay que cruzar el Atlántico. El trabajo va a ser arduo. Muchos creen que uno puede conocer otros lugares, pero todo transcurre entre las competencias y los hoteles porque se llega en la madrugada y al otro día tempranito a seguir trabajando. Un sacrificio que valdrá mil veces la pena".
Por ahora ya cumplió el primer requisito. De esos que tanto aplica frente a los deportistas. Está recertificada al cumplirse el tercer Curso de Agentes de Control Antidopaje que finalizó este sábado en Bogotá. En él fue protagonista de un conversatorio. Su experiencia vale mucho para los que hasta ahora empiezan. Le aprenden y sobre todo tienen claro que el rigor debe estar por encima de todo. Incluso hasta de las vanidades ajenas.