Ministerio del Deporte

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Cartagena, 17 de noviembre de 2019. - Desde pequeño siempre fue feliz dentro de una cancha. El maderamen fue su superficie predilecta, allí no hacía más que pegarle a una pelota negra, con una raqueta. Fue un amor que pasó de su padre, Ángel, quien fue pionero de este deporte en Colombia y campeón nacional durante 11 años. Además, él fue su instructor y guía.

Miguel Ángel Rodríguez, un hom

Su primer torneo nacional lo jugó a los ocho años, en una competencia de categoría sub-10, en Bogotá, y su primer torneo internacional fue dos años más tarde. Allí se coronó campeón. Fue el inicio deseado de un jugador que estaba destinado a convertirse en ícono.

A los 15 años entró a la categoría nacional en Colombia logrando excelentes resultados a nivel nacional e internacional. Por tal motivo tomó la decisión de ser deportista de alto rendimiento.

Luego ingresó en la PSA (Asociación Profesional de Squash), en la que ha demostrado sus grandes cualidades en los últimos 14 años. Rodríguez ha ganado 29 títulos internacionales, el más importante de su carrera fue en el 2018, el British Open Champion que es algo así como Wimbledon en tenis.

"La anécdota que más recuerdo es mi lesión en el 2010 jugando una final en Argentina. Allí tenía dos Match Point y tuve rotura de ligamento hasta la vena posterior en el tobillo derecho, seguí jugando así, y logré ganar. Terminé llegando a Bogotá en silla de ruedas y con el trofeo en la mano", dijo Miguel Ángel Rodríguez, quien representante de Bogotá en squash.

Estos son sus quintos Juegos Nacionales. El tiempo, con su paso imparable, hace ver lejos aquel 2004, año en el que disputó el primero, en el que se coronó campeón con el hoy Ministro del Deporte, Ernesto Lucena Barrero, con quien conformó una selección de Bogotá imbatible, también conocida como los galacticos, así como se conocían, en ese tiempo, a las estrellas que conformaban el Real Madrid.

Desde entonces, Rodríguez ha ganado 11 medallas en estas justas, en las que busca seguir dejando su sello y convertirse en un simbolo de inspiración para las generaciones que recién están empezando en este deporte.