Prensa Coldeportes
Demostraciones de solidaridad no le han faltado, pero una noticia en medio de la desesperanza la impulsó mucho más para cumplirle la cita al destino, ese que transformó por completo a su natal Mocoa el pasado primero de abril. Tan pronto supo de la visita de Coldeportes a la capital del Putumayo, Claudia García lo dejó todo, mejor dicho, nada.
Mientras supera el hecho de haber perdido su techo y pertenencias, encuentra razones para seguir luchando. Sus hijos, por ejemplo. De ahí que pensando en la menor y atendiendo la recomendación de la primera dama, María Clemencia Rodríguez de Santos, madrugara para pedir una cita con Ruby Caicedo, directora de Indercultura del departamento afectado por la tragedia invernal, y el subdirector de la casa del deporte colombiano, Afranio Restrepo.
Claudia, una madre cabeza de hogar, que ya había sorteado otra competencia de supervivencia al ser desplazada por la violencia por cuenta del conflicto armado, ahora había tenido que sufrir la derrota de un desastre natural que, al contrario de lo que muchos creen, la llenó de valentía y la convirtió en líder de su comunidad.
Pero esta vez no vino por alimentos, no quiso hablar al noticiero y tampoco reclamó por ayuda para recuperar su casa. Desde la carpa 53 del albergue de la Villa Deportiva de Mocoa, vino a pedir que su hija, Leidy Yuliana Macías García, pueda continuar con el proceso de preparación como atleta, que inició desde 2012. Ella no quiere interrumpirlo porque cada vez que está a punto de participar en la final nacional de Supérate Intercolegiados, algo pasa.
Y es que el pasado primero de abril a la madrugada, como en las grandes competencias de velocidad, esta familia tuvo que sortear una de las pruebas más difíciles de su vida, cruzar la meta en los primeros lugares para poder sobrevivir. Esta vez no eran 100 o 200 metros planos, eran kilómetros que se hacían eternos en medio de la angustia por estar a salvo y a la vez, por querer ayudar a otros. Como en el Juego Limpio.
El sueño de la atleta de 14 años se comenzaba a esfumar de nuevo, porque doña Claudia lo perdió todo, la casa donde vivía y la que tenía en arriendo para poderles enviar, a su "niña" y a John, el tercero de los cuatro hijos, el dinero para la alimentación y el arriendo hasta Popayán, la ciudad a la que decidió enviarlos para que cumplieran su proyecto de vida.
El de ella, está claro que está en la pista, mientras que el de John, está en la licenciatura en matemáticas, de la que ya cursa quinto semestre en la Universidad del Cauca.
"A diferencia del segundo de mis hijos, que también es atleta por Putumayo, ella se ha fracturado, ha tenido lesiones ya en la competencia y hasta estuvo en coma. Siempre le pasa algo, pero apenas puede, sigue con su entrenamiento porque el atletismo es su vida. Yo la casa la consigo con trabajo, pero lo que pido es que mis hijos continúen con sus proyectos, no quiero que ella se regrese a Mocoa porque allá en Popayán inició un proceso distinto, de un nivel más avanzado, aunque en la liga aún no la conozcan".
"John me dijo que él se retiraba de estudiar para que la niña siguiera con sus entrenamientos, pero yo no voy a permitir eso, debo hacer lo posible para no truncar n el sueño de John, ni el de mi hija, porque ella tiene la mentalidad de llegar al grado once y ganar para conseguir la beca. Ese es su sueño".
Doña Claudia llegó para tocar las puertas y para encontrar, junto con las autoridades locales y departamentales, una alternativa. Porque de lo que sí está segura es que Yuliana va a ser una atleta destacada que pronto ocupará un lugar en el podio de las competencias intercolegiadas nacionales.
Mientras tanto, ella seguirá trabajado desde Mocoa, desde la tierra a la que le agradece todo, donde tiene sus amigos y donde asegura, se le van a abrir las puertas para comenzar de nuevo.
