Una familia unida por una meta común
Prensa Coldeportes
Su sonrisa es lo que encanta a todo aquel que la conoce, quién la ve sin el atuendo típico del motociclista no se imagina que esa sonrisa angelical le ha ganado a muchos otros jóvenes en numerosas competencias.
A cualquier carrera que llega es el centro de atención, pues no es usual ver mujeres en el mundo del motociclismo, pero como muchos dicen "tiene un ángel" que hace que se lleve el cariño y afecto de sus compañeros y rivales y de los equipos que la conocen tras bambalinas.
Su madre, Luisa es su estilista y psicóloga y su padre, Mauricio, es su mecánico y entrenador. Viajan juntos a todos los eventos en los que Valentina participa. Los gritos de apoyo de sus padres cuando la joven motociclista corre en las pistas, son el sonido más fuerte entre la multitud, con lágrimas y sonrisas simultaneas viven las alegrías y tristezas de su hija.
Pero no siempre es sencillo competir y más aún cuando la situación económica no es precisamente abundante. Con estrategias como el "tapazo" una rifa que realizan entre los asistentes y demás competidores, Mauricio logra conseguir la cantidad de dinero necesaria para cubrir gastos como un cambio de llantas o la misma inscripción de los torneos.
Valentina no se queda atrás, ella es la más interesada en financiar su propia carrera. Vende dulces en el colegio en el que estudia y promueve la venta de lasagna, como dicen popularmente "de tal palo tal astilla". Cada uno de estos tres personajes saca a flote su espíritu de empresario para obtener dinero extra e invertirlo en lo que podría ser una brillante carrera en el motociclismo.
Esta joven promesa, tiene dentro de sus logros el podio por tres años consecutivos en el Campeonato Nacional y el segundo lugar en el Campeonato Latino realizado en México este mismo año. Sus sueños: conocer a Valentino Rossi y como él, ser campeón del Moto GP, sueño que sus padres esperan verla cumplir en el futuro puesto que tiene las destrezas y habilidades para lograrlo.