Está radicado en Canadá desde el 2009
Prensa Coldeportes
Los lentes oscuros dejan entrever el estilo de un cantante. Su fisonomía devela, en cambio, largas jornadas de gimnasio y entrenamiento. Entre anécdotas siempre recuerda a su natal Puerto Girón, corregimiento de Apartadó, en el Urabá antioqueño, donde soñó con el vallenato pero el destino le permitió afinar golpes en el cuadrilátero.
Por iniciativa de su madre, el boxeo llegó a su vida como una salida a la hiperactividad, y encontró en Osvaldo Ricard, además de un vecino, a un mentor. "Me gustaba la música pero era muy hiperactivo, llegaba del colegio, dejaba los útiles en el piso y me iba para la calle hasta las 9 o 10 de la noche. Mi mamá me quería tener ocupado y mi primer entrenador vivía al frente de mi casa y habló con él para que me entrenara, pero a mí me gustaba era cantar vallenato. Duré dos años practicando así", recuerda.
Eléider Álvarez es sinónimo de folclor, alegría y talento. Aunque de niño le sonaba más la música que el deporte, el fallecimiento de su progenitora lo motivó a convertirse en púgil. "Mi mamá murió en el año 1999 y regresé a entrenar boxeo para hacerle un homenaje. En el 2000 me fui a vivir a Apartadó y pasé a manos del profesor Abelardo Parra y de ahí me metí de lleno al boxeo y obtuve mis primeros logros: campeón nacional juvenil y mayores, luego fui campeón suramericano, panamericano, estuve en Juegos Olímpicos, gané una medalla de plata en Bolivarianos y también participé en Centroamericanos y del Caribe".
Sincero y amigable, relata con simpatía que su talento siempre ha sido para el boxeo, y aunque se preparaba en fútbol sala, ninguna otra superficie aparte de la lona le permitió sumar victorias. Recuerda la otrora selección Antioquia de su deporte: "Nos volvimos el terror a nivel nacional". Y agrega que es el segundo boxeador en la historia de Colombia en obtener una medalla en Juegos Panamericanos (2007 en Río de Janeiro).
Montreal, Canadá lo acogió desde el año 2009 luego de rechazar ofertas laborales en Estados Unidos, Alemania y Argentina, y de desertar de la selección Colombia, decisión que le impidió salir del país con normalidad. "Alguien puso en alerta los aeropuertos para que me impidieran viajar, entonces me tocó viajar por Venezuela con otro amigo y duramos tres días sin comer".
Admirador de Antonio Cervantes ‘Kid Pambelé y Floyd Mayweather, el púgil colombiano no se olvida de sus orígenes. Asegura que a donde va, siempre le muestra al mundo de dónde viene: "Extraño mucho el pescado, el banano, el plátano. Me antojo mucho de banano cocido con mantequilla, cebolla y huevo", afirma.
Colgarse una medalla olímpica ya no lo desvela, sí lo logra Ayda Eliza, su hija de nueve años a quien quiere llevar a Canadá en invierno para que conozca la nieve. Y aunque aún no obtiene la residencia, agradece la oportunidad que le ha dado el país del norte de América en donde no solo ha fortalecido sus músculos, también lo ha hecho con su espíritu.
Al igual que cuando era un preadolescente romántico y bohemio, hoy su canto se eleva para entonar las notas del himno nacional en los cuadriláteros del extranjero, donde ya es reconocido por ser campeón mundial, rótulo que espera celebrar con su equipo de los amores, el América de Cali.