Un gestor del programa de Coldeportes destaca el apoyo para una región azotada por la sequía
Prensa Coldeportes
Cuando Juan Manuel Jaramillo recibió la llamada del programa Deporte, Convivencia y Paz a mediados de 2012, no dudó ni un instante en aceptar la oportunidad que le estaban ofreciendo. No le importaba dejar su natal Medellín y trasladarse hasta Jiguamiandó, municipio ubicado al norte del departamento del Chocó, para convertirse en gestor de la iniciativa.
"Mi anhelo era conocer esa Colombia profunda, aquella que no se puede descubrir por medio de libros, imágenes o con lo que te cuentan los demás. Por eso cuando se me presentó la oportunidad no lo pensé dos veces.", recuerda.
Y no se equivocó. En Jiguamiandó descubrió que a pesar de algunas dificultades, la gente era feliz. "Esa experiencia fue increíble. Descubrí un lugar maravillo por la naturaleza, sus habitantes y la labor que allí se realiza", afirma el gestor.
De las constantes lluvias del Chocó y su magia, Juan Manuel pasó a la cautivante Guajira. En 2013 fue designado por el programa de Coldeportes para trabajar en Uribia, municipio al norte de este departamento, que cuenta con miembros del pueblo Wayúu como su población mayoritaria.
"En Uribia arrancamos con 100 niños y niñas. Era la primera vez que el programa llegaba allí. Fue algo excepcional gracias a la disposición de las comunidades y las historias de vida de cada uno de los beneficiarios", explica este politólogo, que agrega que "la temperatura dio duro en la adaptación, pues oscila entre los 28 y 40 grados centígrados". "Aunque eso tiene solución: hacer las actividades luego de las cuatro de la tarde", agregó.
Desde su arribo a La Guajira hace tres años, el programa ha logrado llegar a nueve territorios en el departamento. Además de la cabecera municipal de Uribia, ahora también se benefician más de 400 niños y jóvenes de Albania, Fonseca, Maicao, Manaure, Paraguachón, Riohacha y Siapana, corregimiento Wayúu ubicado a ocho horas de Uribia.
Para este gestor, el impacto de Deporte, Convivencia y Paz en La Guajira es evidente por varias razones. Primero, porque se convierte en un espacio para que los menores puedan empezar a construir un proyecto de vida en la legalidad. También porque contribuye a un correcto aprovechamiento del tiempo libre, inculca valores y promueve acciones positivas para la salud.
"En algunos sectores de La Guajira, sobre todo al norte, el fútbol, fútbol sala y fútbol de salón se convierten en una alternativa para aquellos jóvenes que encuentran en los juegos de azar y el billar su única distracción", comenta Jaramillo.
"En la zona existen muchas problemáticas sociales debido a la violencia; sin embargo los beneficiarios del programa pueden enfocar su futuro en actividades diferentes a estas", dice el gestor de 28 años, y señala que inculcar valores como el respeto, la tolerancia y el diálogo se hace con el fin de evitar la violencia intrafamiliar y de cualquier tipo, pues el objetivo principal es que las nuevas generaciones se formen de una manera diferente.
"Todos caben en este programa, no importa la condición social, el origen étnico o si eres discapacitado o no. Lo importante es construir entre todos un país en paz a través del deporte", puntualiza Juan Manuel.
