Foto: Don Álvaro, con sus manos curtidas por el tiempo, da vida a creaciones asombrosas
Creatividad y pasión: don Álva
Con sus manos diestras y su corazón impregnado de pasión, forja su arte, convirtiéndose en un testimonio vivo de la creatividad.
Miryan Lora, periodista Deporte Escolar
Bogotá, 18 de diciembre de 2023. En las entrañas del municipio de Arboleda, Nariño, reside don Álvaro García Torres, quien desafía no solo los límites geográficos, sino también las barreras impuestas por el tiempo. Es oriundo del apacible San Pablo Viejo, un centro poblado en el corazón del departamento de Norte de Santander. A sus 66 años, se ha convertido en maestro del proceso de trasformación de la guadua en bellas artesanías.
No tiene hijos, nunca se casó y no carga consigo el peso de la soledad; más bien, su única compañía, dice él, es su fiel bastón que le sirve de apoyo para caminar. La discopatía severa que lo afecta desde hace cuatro años no ha detenido su espíritu emprendedor ni su amor por el arte.
Don Álvaro, con sus manos curtidas por el tiempo, da vida a creaciones asombrosas: casas, iglesias y estructuras en miniaturas que emergen de la guadua. Su proceso creativo meticuloso y pausado reflejan su filosofía de vida; no hay afán, solo dedicación y pasión por su trabajo.
Para la elaboración de sus creaciones se requiere, inicialmente, recolectar, secar, rajar y pulir la guadua. Es un ritual que le consume tres meses de su existencia. Entre dos y cuatro semanas adicionales se destinan a esculpir los diseños, cada uno con su complejidad única. Desde modelos en miniatura de una catedral hasta la simplicidad de una casa o cualquier otro diseño procedente de su natural imaginación. Don Álvaro modela cada pieza con la destreza y paciencia de un artista consumado.
Para este apasionado hombre salir de su pueblo es todo un desafío. A pie o montando en mula, recorre el trayecto desde San Pablo hasta Arboleda para exhibir y vender sus creaciones. El precio, dice él, no es lo esencial; lo importante es el proceso creativo y amor que pone en cada obra. Divertirse y mantenerse ocupado es su única preocupación y la forma de generar ingresos para sus necesidades más básicas.
Es su primera participación en el XXIV Encuentro Recreativo de Persona Mayor en Valledupar, pero no fue un camino fácil para él. Desde su morada, emprendió una travesía, combinando caminos terrestres y aéreos. Su relato de subirse a un avión revela la emoción y asombro, al vivir nuevas experiencias inimaginables que a su edad jamás pensó se darían.
"En la vereda de San Pablo Viejo, de Villa Sucre, del municipio Arboleda, me llamaron y me dijeron que viniera a participar en un evento en Cúcuta y allá quedé en cuarto lugar". Y con risa franca confesó: "cuando ese aparato despegó, sentí que el corazón se me iba a salir. A veces uno cree que eso no se mueve mucho allá arriba, que no hay piedras en el aire, pero sí. Lo que más susto me dio fue al darme cuenta de que el avión iba a aterrizar. Uy, esto va pa la tierra".
Valledupar lo recibió con un cálido clima y ambiente festivo. Para Don Álvaro, esta travesía y la experiencia de compartir con personas de su misma edad, provenientes de otras regiones del país, son fuente de felicidad. Nunca pensó que, a sus años, tendría la oportunidad de explorar horizontes más allá de su pueblo natal.
Las manos de don Álvaro, llenas de historia y destreza, han cautivado la atención en Valledupar. Su arte, forjado con amor y dedicación, es más que una muestra de habilidad; es un testimonio vivo de que la creatividad. En cada pieza tallada en guadua, se encuentra la esencia de un hombre que, a pesar de las adversidades, ha volado alto y ha descubierto que no hay límites para lograr lo que con tanto fervor se desea en la vida.
Gloria Sanabria, delegada para la coordinación de encuentros recreativos en Norte de Santander, destacó la importancia de estos eventos. Para ella, son una ventana que ilumina la vida de los adultos mayores, dándoles motivos para seguir viviendo, dejando atrás dolencias y rejuveneciendo el espíritu en cada paso de baile y risa compartida.
"Estas iniciativas del Ministerio del Deporte siempre deben realizarse. Ellos son felices. Muestran, con orgullo, el arte que elaboran con sus manos. Las personas que pasan los ven bailar y se admiran, al darse cuenta de que a sus edades están radiantes y llenos de alegría. Su arte ha llamado muchísimo la atención y la gente viene mucho al estand de Norte de Santander", precisó.
"Qué felicidad tan grande y me siento emocionada al compartir con ellos y vivir esa alegría, al verlos aplaudiendo cuando aterrizamos, nunca habían viajado en avión, por ahí unos dos nada más, de las 15 personas que conformamos la delegación. Parecían presidentes y reinas de bellezas mientras bajaban por las escaleras al salir del avión", finalizó Gloria Sanabria.
Mientras tanto, don Álvaro, el artesano de la guadua, continúa esculpiendo no solo sus obras, sino también un legado de inspiración y valentía para las generaciones venideras.