El programa Convivencia y Paz de Coldeportes llega hasta Maicao, Guajira
Prensa Coldeportes
Cada vez que abría el amplio portón para recibir a cada niño, notaba cómo un pequeño al otro lado de la acera se emocionaba al verlos ingresar. Un día decidió invitarlo. No atendió el llamado. Extrañado, cruzó la calle. Notó que no podía caminar. El impacto lo conmovió, pero pudo más su deseo de arrancarle una sonrisa. Le pidió permiso a la abuela. Lo alzó y desde entonces Jéfferson Simanca es el más consentido del programa de Convivencia y Paz de Coldeportes en Maicao.
Si bien los 50 integrantes del proyecto ya estaban de tiempo atrás, Juan Atencio Jiménez, gestor formativo de esta iniciativa entiende que así haya un número límite, la metodología se puede progagar en toda la comunidad, tal cual esparce a diario el cariño a los pequeños que reúne en la casa de acción comunal del barrio Colombia libre del municipio guajiro.
"Jéfferson tiene siete añitos y desde esa edad recibimos a los niños del programa, hasta los 17. Su vida le ha cambiado al compartir con los demás muchachos y aunque no puede practicar los deportes por su discapacidad motriz, escribe, estudia y pinta muy bien. Es un ejemplo para todos", destaca el ‘profe’, como le conocen a este líder comunitario.
Nació en Santa Marta, pero se siente más guajiro que cualquiera. Llegó por necesidad, pero en cierta forma le agradece a la violencia que lo haya desplazado hace tres décadas de su ciudad natal. Igual, la sigue desafiando. Y está dispuesto a vencerla por sus alumnos.
Juan Atencio recuerda que "tener que dejar a los amigos, las cositas y salir corriendo de un día para otro no es fácil". En Maicao empezó de cero. Llegó a sentir que había retrocedido al encontrar "la misma problemática, pero en medio de tanto temor y necesidades, también hubo espacio para la felicidad".
"Hoy más que nunca me siento realizado al ser el guía de todos estos niños, de poderle ofrecer una alternativa distinta a Jéfferson por ejemplo, que se la pasaba sentadito en una silla todo el día. Una misión que me puso Dios y que sólo es posible con programas como Convivencia y Paz", confiesa en medio del tercer ventarrón de arena en menos de una hora. Del que terminó acostumbrándose en la cancha ‘Los ídolos’, donde el césped sólo es posible verlo en amarillentas fotos del pasado.
Abundan las necesidades, pero sobre todo las ganas de luchar por la infancia maicaeña. Transmite ejemplo. También vitalidad. En una tarea conjunta que involucra. Por eso "en compañía de los padres, la idea es orientar a los niños, dándoles buen ejemplo y recordándoles sus derechos, a veces vulnerados".
"Ya son 23 años de estar en este barrio y desde el primer día supimos que el único medio de arrebatarle la juventud a la violencia era por medio del deporte". Todos quieren estar en la cancha, permanecer mañanas y tardes enteras, pero eso sólo es posible si en las aulas los pequeños responden.
"Antes de ir a correr detrás del balón, debemos hacer las tareas lúdicas" les recalca Juan Atencio. Un principio que no negocia, ni siquiera con miradas enternecedoras de por medio. "Primero hay que formarlo como persona para luego pensar en el deportista. Son dos cosas que deben ir de la mano", sugiere con insistencia.
Entre más preparados estén, serán menos permeables a las tentaciones del entorno. Su realidad no es fácil, pero pueden cambiarla. El ‘profe’ está convencido. Encontró en Convivencia y Paz la estrategia que necesitaba. La aplica y los resultados se ven. Siente que le está ganando el partido a la violencia. Y por amplio margen.