La especialista dirigió durante 20 años el Laboratorio de Control al Dopaje en Bogotá. Paz en su tumba
Prensa Coldeportes
Impecable como el manejo que le dio a las miles de muestras que analizó en el laboratorio. Curiosa para nunca dejar de investigar. Luchadora incansable en cada causa que se propuso. Ese es el recuerdo que deja en Coldeportes la doctora Gloria Gallo Isaza, quien falleció este miércoles en Nueva York.
Esa vocación la llevó a dirigir el Laboratorio de Control al Dopaje de Coldeportes durante 20 años, lapso en el que compartió su vasta experiencia en eventos internacionales como el quinto Fórum Olímpico ‘Doping en el deporte’, en Madrid 2003; el Workshop Doping de Colonia, Alemania, en 2004; y el curso de entrenamiento en técnicas específicas de análisis y control del dopaje, también en la capital española, en octubre de 2015.
De igual forma, al convertirse en una voz autorizada en la materia, fueron frecuentes sus participaciones en la Agencia Mundial Antidopaje (WADA), como lo hizo en Harlow, Reino Unido, en marzo de 2010 y febrero de 2012; y en Lisboa en marzo de 2014.
La investigación, otra de sus grandes pasiones, le permitió aportar en otra área de Coldeportes y desde el año pasado se vinculó al Grupo Grupo de Información y Estudios del Deporte del Departamento Administrativo, en el que venía desempeñándose como coordinadora. "Ha partido un ejemplo de mujer y profesional que siempre dio lo mejor de sí en todo aspecto. Tanto en el Laboratorio como en el área de investigación cumplió de manera intachable su labor. La mejor forma de honrar su memoria es seguir trabajando más fuerte por el deporte colombiano, tal cual lo hizo ella", señaló la directora de Coldeportes, Clara Luz Roldán. "Desde la ciencia hizo grandes aportes a la actividad deportiva del país. Mi más sentida voz de condolencia para sus familiares, amigos y compañeros de trabajo", agregó la máxima autoridad del deporte colombiano. El médico Mauricio Serrato, con quien compartió en el laboratorio y el área de investigación recientemente, la recuerda como "una mujer entregada por completa a su trabajo y a su hijo Sebastián. Generosa para compartir tanta sabiduría". Tampoco olvida "cómo dedicaba y sacrificaba su vida por aquel sueño que logró. Lloró, sonrió y fue feliz porque su obra tuvo un éxito sin precedentes". "Tuve el honor de trabajar el año pasado con ella en un nuevo grupo, de ser su compañero, de tenerla cerca para seguir aprendiéndole, de escuchar su voz de bajo tono, siempre sincera y honesta, de ver cómo aquella científica que tanto admiraba se sentaba con tanta humildad a aprender su nuevo rol", agregó el especialista.