Prensa COC - Coldeportes
El complejo de tiro deportivo que acoge los Juegos Bolivarianos en Cali se construyó en honor a uno de los mejores deportistas de la historia, pero ha sido adecuado por su hijo, quien heredó mucho más que el nombre.
"Yo nací a las 7:15 de la noche y llegué a este mundo con el horario cambiado, entonces dizque durante seis meses permanecía despierto de noche y de día dormía, entonces fue cuando mi abuelo me puso ese apodo, que en realidad viene a ser como mi cédula", confiesa entre risas Bernardo Tobar, como se llama también el polígono en el que se desarrollan diferentes modalidades de los Juegos Bolivarianos en Cali.
No es en su honor, es como homenaje a su padre, una institución del tiro deportivo en Colombia, aunque él igual siente como propio el lugar porque ha trabajado y mucho para que de los planos, pasara a ser el mejor complejo de este deporte en el país.
Sabe que tiene un nombre y un apellido de tradición en el polígono. "No sé si he sabido llevarlo, pero lo que sí sé es que lo he portado con mucho orgullo. El viejo es mi héroe, lo he seguido desde que tengo uso de razón, empecé mi vida deportiva porque siempre quise ser como él. Voy a cumplir 40 años y creo que me faltó, ya voy saliendo y quise haber hecho más cosas, pero no es fácil calzar sus zapatos. Ahora también como directivo, estamos haciendo cosas maravillosas con el equipo de trabajo, como este campo deportivo por ejemplo", dice con modestia.
"Resulta satisfactorio que todo el mundo llegue y te diga, este escenario es digno de cualquier certamen internacional, qué buenas condiciones técnicas tiene", acepta orgulloso, aunque le satisface más saber que "es el resultado de años de estudio y de un conocimiento que permitió decir con propiedad: esto hay que hacerlo así y se hizo". (Escuchar audio)
Lo piensa por instantes, pero finalmente termina aceptando que el epicentro del tiro bolivariano es como un hijo, pero con una salvedad de por medio: "como los hijos en realidad, no son de uno. La Corporación Autónoma Regional del Valle se ha portado muy bien, le asignó el espacio a mi padre desde 2007 y hemos trabajado incansablemente por mantenerlo, alquilando el espacio para desarrollar nuestro deporte", afirma Bernardo Julián.
Mención aparte le merece la directora de Coldeportes, Clara Luz Roldán, quien también ha impulsado el desarrollo del escenario, tal y como lo confirma la placa que reposa en la entrada del escenario y que fue develada en noviembre del año pasado. "Ella ha creído y con el apoyo también de InderValle es que contamos con este complejo deportivo en Colombia, único porque no hay otro en el país que tenga todas las modalidades y en estas condiciones técnicas", explica agradecido.
"Mi papá es su abuelo porque la pista de 25 metros la hizo él y los armerillos son producto de sus propias manos. Espero que este hijo me dure mucho y pues esperamos hacerlo bien, tanto que pueda crecer solo y en el futuro sea autosuficiente", afirma con ilusión, la misma que siente Bernardo padre a la distancia, ya que está radicado desde hace dos años en Brasil.
"Cuando mi padre se alejaba un poco de la actividad, decidimos con el equipo de trabajo hacer algo para que la marca Bernardo Tobar permaneciera en el tiempo. Tuvimos en las redes sociales unas aliadas y fue así como a través de ellas llegó un día una propuesta, que al comienzo parecía broma, que si le interesaría a él entrenar a los tiradores brasileños. Al consultarle dijo que sí y a la semana ya estaban situados los tiquetes", recuerda ‘Grillo’.
Tobar Ate antes de firmar como seleccionador de tiro del vecino país, pidió una sola condición: un podio en los Olímpicos. Meses después, guió a Felipe Almeida hacia la medalla de plata en pistola 10 metros en Rio 2016, en lo que fue el primer metal olímpico de un tirador de dicha nación desde 1920.
"La que le faltó como deportista la vino a conseguir como entrenador y en el país anfitrión de los pasados Juegos", exclama el hijo como si el logro acabara de darse. Es fruto también de esa pasión que le da el deporte, al cual le debe mucho, demasiado, hasta su propia familia.
Sara Botero fue su alumna primero, amiga después y luego la mujer de su vida. Es la directora del campeonato de tiro de los Bolivarianos y ya hay dos frutos de ese hogar: Emilia y Micaela, otras dos razones para que el abuelo busque cualquier espacio para volar de Campinhas a Cali y compartir con sus nietas.
En ellas, como también en su padre y madre, se inspirará este miércoles cuando en el complejo que le resulta más que familiar se estrene en pistola rápida de los Bolivarianos, un evento que marcará para siempre a los Tobar. "Mi papá estuvo los dos últimos meses en Cali por el receso en Brasil y estuvo pendiente de todo. Mejor dicho, vino, armó la fiesta, no descuidó detalle alguno, pero no pudo disfrutarla". Igual a la distancia, en portoñol, está celebrando.