Es uno de los deportes de mayor desarrollo en el país y así lo patenta la clasificación del equipo masculino a Tokio 2020. Son escasas las diferencias con el convencional.
Prensa Mindeporte
Bogotá, D.C., mayo 29 de 2020. Todo deporte tiene cierta cuota de altruismo. En el caso del baloncesto en silla de ruedas, basta remitirse a su origen, para comprobar ese deseo particular de ofrecerle el bien desinteresado a quienes lo empezaron a practicar: los soldados estadounidenses heridos durante la segunda Guerra Mundial.
De ahí que sea uno de los más reconocidos en el programa paralímpico y en consecuencia, de los de mayor impacto en el mundo. Se estima que se juega en 80 países del planeta y uno de ellos es Colombia, donde ha alcanzado un desarrollo notable, al punto de que por primera vez en la historia, en la rama masculina logró su clasificación a los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020.
Sus reglas son prácticamente las mismas que las del baloncesto convencional. Las diferencias son solo dos. "Se permiten dos remadas en la silla y de darse una más se sancionará falta, como si se tratara de caminar en el tradicional. La otra es que se se puede driblar, detenerse y driblar de nuevo", señala la brasileña Ana Cardoso, seleccionadora nacional.
La cancha tiene las mismas medidas, las canastas están a igual altura y el sistema de puntuación es idéntico: dos tantos para las canastas logradas dentro del espacio delimitado por la línea de 6,75 mts, uno por cada tiro libre anotado y tres para los balones encestados desde más de 6,75 metros de distancia.
Los equipos también están compuestos por 12 jugadores, con un máximo de cinco en pista. Las clasificaciones funcionales para los jugadores son 1, 1.5, 2, 2.5, 3, 3.5, 4 y 4.5, siendo los de mayor afectación funcional los puntajes bajos y los de menor afectación funcional los altos.
Los grado 1, por ejemplo, tienen poco o nulo movimiento del tronco, mientras los del 4.5, lo poseen completo hacia adelante y a los lados. Durante el juego, la suma de los puntos de los cinco jugadores en pista no puede superar los 14.
Este año se cumplen 60 años de la primera competición paralímpica de baloncesto en silla de ruedas, que se celebró en Roma 1960, aunque el estreno de la rama femenina se produjo ocho años después en Tel Aviv.
Es un deporte histórico y, a su vez, fascinante, como lo define José Leep Ipema, referente de la selección Colombia, quien luego de practicarlo durante dos décadas, lo ha mantenido "físicamente fuerte y con buena salud".
"El baloncesto en silla de ruedas me ha dado mucho crecimiento personal, tener la posibilidad de conocer varios países y sus culturas es algo grandioso. En pocas palabras, me enseñó el mundo", concluyó emocionado.