Araucano de nacimiento, reside en Pamplona, Norte de Santander y es figura de Meta en la final de Supérate Intercolegiados
Prensa Supérate Intercolegiados
Cuando la ilusión está, no hay límite alguno que la detenga. Ese parece ser el principio de vida del joven Mario Alejandro Flórez, quien sobresale no sólo por su estatura y resultados en la final nacional de Supérate, también por su particular historia de vida que a sus escasos 14 años se ha escrito en varios lugares de Colombia.
Mide 1,88 metros y se podría decir que es una talla ideal para la disciplina que practica. Hace tres años inició con Supérate y hacía parte del seleccionado llanero, hasta que debió mudarse hacia el departamento limítrofe con Venezuela. En el regional de Centro Oriente su colegio, San José Provincial, no clasificó, pero él gracias a su talento y potencial, está en la final nacional en calidad de refuerzo.
"Aprendí a jugar voleibol antes de los nueve años con un club llamado Centauros, en Arauca. Este año nos fuimos a vivir a Pamplona, ya que mi mamá quería estudiar en la universidad. Mi proceso en el programa empezó en mi ciudad y en Pamplona también me inscribí, jugamos en la fase zonal y como no pasamos, Meta me llamó de refuerzo".
Hoy se lleva la medalla de oro junto al equipo de la Institución Educativa Nuestra Señora de la Sabiduría, de Acacías. Ha jugado en otros eventos federados con este equipo, ya que le ayudan con los pasajes.
Pese a que extraña fuertemente su llanura y el frío le hace pasar malos ratos, siente orgullo y alegría de ser titular con la ayuda del ‘profe’ Camilo, porque si algo tiene claro Alejandre, es que "para los sueños no existen fronteras".