Foto: Aida Huard fue Gloria del Deporte, programa de la entidad.
Aida Huard, el deporte como si
Hizo parte del programa Gloria del Deporte, programa de la entidad, por sus logros en el tiro con arco en silla de ruedas, disciplina con la que encontró su razón de ser. Falleció el martes 28 de marzo.
Prensa Mindeporte
Bogotá, D.C. 29 de marzo de 2023. En más de una ocasión encontró rechazo cuando intentó hablar con personas que quedaron en situación de discapacidad. En lugar de alejarse o renunciar, insistió con más fuerza hasta que aquellos que no querían ni siquiera vivir, la escucharon y cambiaron la desesperanza por ilusión.
Eso fue justamente lo que le enseñó el deporte a Aida Nelly Huard Aranguren, a quien un accidente la dejó en silla de ruedas a sus 24 años y con tres hijos en plena niñez: Edwin Sánchez, de nueve años; Luis Eduardo Sánchez (siete) y Martha Lucía (cinco). Vaya desafío el que le esperaba. Pero la resiliencia siempre fue lo suyo. La adversidad la hizo más fuerte.
Gracias a una tía y a un primo, sacó a los pequeños adelante. Su estadía durante casi un año en el hospital San Juan de Dios durante la ardua recuperación, le enseñó a ser líder, a motivar a los que creían que la discapacidad era el fin. Ella les mostró desde su propio ejemplo, que era una oportunidad.
Y a Aida le llegó gracias a su hermana Jeanette, quien le presentó a José Malagón a comienzos de los 70. Él integraba el club Ascopar, para deportistas parapléjicos. La invitó a que los acompañara a la unidad deportiva El Salitre. "El deporte me enamoró por completo y gracias a él viví los mejores años de mi vida", recordó con emoción esta bogotana.
"Lo bueno era que nos hacían practicar varios deportes como basquetbol y tenis de mesa, para que viéramos cuál nos gustaba más", recordó. Ella se inclinó por el segundo y fue tal su dedicación y talento, que le dio para ponerse la camiseta de Colombia y estrenar el pasaporte como deportista.
En los Juegos Panamericanos para parapléjicos, con deportistas en silla de ruedas, que se disputaron en Ciudad de México en 1975, cumplió más de un sueño. "Viajar y representar a mi país, parecía imposible. Dios y la vida me dieron esa posibilidad. Por fortuna, correspondí a las expectativas", señaló Aida.
De ahí en adelante, la cosecha de triunfos fue imparable. Para la siguiente edición, celebrada en Rio de Janeiro, se subió a lo más alto del podio y entonó el himno nacional. Orgullo ilimitado y medalla de oro para confirmar una evolución incuestionable. La misma que pedía nuevos retos.
Miguel Jaramillo, entrenador de tiro con arco, se encargaría de ofrecérselos. La invitó a que practicara y fue un flechazo. "Desde la primera clase me encantó. No era fácil practicar dos deportes, pero cuando se quiere, se puede y en el 82 fuimos a Halifax, Canadá con mucha ilusión y regresamos con dos oros en cada uno".
Cada consagración tuvo un sabor especial, pero Huard no olvida la odisea previa al júbilo como arquera... "Un día antes de la final, hacía un viento muy fuerte y se llevaba las flechas. Perdí muchas, casi todas y me quedé sin nada para el día definitivo. Había que encargar las que pudieran llegar de Winnipeg y eso ya era dar ventajas porque según la extensión del brazo debe ser el tamaño. Faltando una hora para la competencia las pude tener y sin conocerlas, gané. Dios así lo tenía destinado".
Un año después, viajaría a Londres para el mundial y obtendría el subtítulo. Así le pondría punto final a una carrera corta, pero fructífera en todo el sentido de la palabra. Se dedicó a trabajar en el centro de rehabilitación de Teletón, entidad dedicada a personas con discapacidad.
Su vocación de servicio es ilimitada. Luego se encargó de visitar en hospitales o fundaciones a personas que perdieron la movilidad. "Les enseñé que el deporte era el camino porque a mí me ayudó y me sacó adelante", fue el mensaje con el que levantó a más de uno.
Cuando perdió a su hija menor hace 16 años, la vida parecía oscurecerse para Aida, pero ella se encargó de buscar la luz. Y lo hizo al ayudar en un centro de niños con discapacidad cognitiva. "Cuando me preguntan por qué soy así de especial con los chiquitines, les digo que el secreto es que nunca dejé que se fuera ese niño que todos llevamos dentro", afirmó Aida, que completó "medio siglo en silla de ruedas", tiempo en el que aprendió mucho de la vida, pero también le dio demasiado. Auténtica.