Foto: Edwin Allain, Piero Cruces y Alexandro Yaranga, luchadores peruanos, que animaron a su compañero de delegación, Ryan Cubas.
El apoyo incondicional de los
jueves, 02 de diciembre de 2021
En el colchón de lucha grecorromana y en la tribuna, los atletas incas demuestran que son una familia que entrena, compite, gana y pierde unida.
Prensa Mindeporte
Cali, miércoles 1 de diciembre del 2021. Cali vive el séptimo día de los Juegos Panamericanos Junior y una acción en particular se convirtió en constante en las justas, el apoyo a los atletas que, después de meses de preparación, demuestran lo mejor de su talento en los escenarios.
Algunas delegaciones, por la distancia de sus países, no cuentan con cantidades considerables de personas en la tribuna para apoyar, pero sus compañeros de competencia, que se convierten en su familia temporal, hacen por miles y con gritos de aliento suben los ánimos y permiten un mejor desempeño.
Esa fue la escena en el Coliseo Miguel Calero en el que Edwin Allain, Piero Cruces y Alexandro Yaranga, luchadores peruanos, animaban a su compañero de delegación Ryan Cubas, quien disputó con el cubano Alaín Moreno, la final de la división de los 77 kilogramos de peso.
Cubas se mostraba como un gran candidato para quedarse con el oro, pues para enfrentarse a Moreno tuvo que vencer otros grandes talentos como Chilson Reyes, de República Dominicana, y Diego Macías, de México. El combate fue reñido, tanto el peruano como el cubano demostraron fuerza, habilidad y técnica, pero la fuerza no solo venía del colchón de lucha, también de las tribunas donde sus compañeros gritaban animándolo más que cualquier otro espectador.
Desde consejos de lucha que ellos mismos aplicaron en sus propias presentaciones hasta un "¡Vamos!" que invadía el coliseo, con toda la fuerza. La victoria no acompañó al joven peruano, pero si una plata, que vale oro pues representa el trabajo realizado durante meses.
Su familia, lejos de casa, esa que escoge el director técnico y adoptan los atletas con cariño, celebró el logro y, no es para menos, pues un segundo lugar en los Juegos Panamericanos Junior no es un logro a los que se tiene acceso fácilmente.
Llevan más de cuatro años juntos, Edwin el menor del "combo" habla de cómo es viajar con sus compañeros y colegas: "compartimos buenos momentos juntos, dejamos muchas cosas de lado, estudio, familia y es difícil. Este es un compañerismo que se convierte en hermandad".
"El apoyo es incondicional, se siente en combate, se distorsiona en el colchón por los nervios y el ruido, pero se siente", agrega el joven luchador.
Es así, como 41 delegaciones dejan huella por los primeros Juegos Panamericanos Junior, con amigos que se convierten en hermanos y directores técnicos que se convierten en padres, viviendo la energía que solo Cali puede ofrecer, un ambiente de fiesta alrededor del deporte, que no conoce fronteras.
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