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Foto: Pedro Mejía, primer medallista colombiano en Juegos Paralímpicos.
Pedro Mejía, una leyenda de la
Fue el primer colombiano en ganar una medalla en los Juegos Paralímpicos. Lo hizo en Arnhem 1980.
Prensa Mindeporte
Bogotá, 08 de septiembre de 2022. "Los cinco mejores minutos de la vida, se dan después de ganar". Así lo ve el exnadador, Pedro Mejía, primer medallista colombiano en unos Juegos Paralímpicos. Es el momento en el que el esfuerzo, dedicación y trabajo se ven reflejados en un sentimiento que, muchas veces, se traduce en un nudo en la garganta que obliga a que el atleta se exprese con palabras cortas, monosilábicas, para evitar que las lágrimas desfilen por su rostro, una tras otra, sin control.
Cuando Mejía logró el oro en los 100 metros pecho, en Veenendaal (a 29 kilómetros de Arnhem), Países Bajos, miró hacia el techo del complejo acuático y por su cabeza no se le pasó haber sido el primer medallista colombiano en lograr un podio en las justas más importantes del sector paralímpico, sino en cómo su entrega y determinación en el entrenamiento diario iba a verse reflejada en la historia deportiva del país. Los frutos de un esfuerzo y una felicidad que desbordó el corazón.
Y es que Pedro Mejía, a quien a raíz de un medicamento durante la gestación no se le desarrolló ni el fémur ni la tibia de la pierna izquierda, desde muy joven empezó a practicar deporte. Para él nunca existieron las limitaciones porque sus papás, Arturo Mejía y Dioselina Murgueitio, lo criaron como a sus hermanos mayores, Carlos Arturo y Gloria Eugenia, sin diferencias, sin señalamientos, por lo que creció como un niño extrovertido, de buen sentido del humor y amiguero.
La ausencia en su pierna izquierda nunca se vio como una limitación, tanto así que cuando cursaba tercero de primaria en el colegio Pio XII de Cali, con su mejor amigo, Armando Collazos, empezó a practicar judo y natación. Dos deportes que le exigían condiciones físicas, totalmente diferentes, que lo llevaron siempre al límite, pero que, además, le sirvieron para compartir esa sonrisa grande como si le saliera de lo más profundo del alma.
El deporte siempre adornó su vida, fue el complemento clave para crecer en todos los aspectos y empezar a mirar las cosas desde un punto de vista objetivo para su bienestar. Así que cuando le pidieron escoger entre judo y natación, se quedó con la segunda actividad, porque en el agua se sentía más cómodo. "Evalué que en una piscina no tenía desventajas, como sí las podría tener en el combate cuerpo a cuerpo. En el agua, todos éramos iguales, así que empecé mi proceso, que terminó encaminándose hacia el alto rendimiento, en el sector convencional", recordó.
Así, la natación se convirtió en un abrigo, que lo hizo superarse en todos los niveles, sobre todo, en el psicológico, porque competir a nivel convencional con una discapacidad física evidente, es un proceso que trae consigo una gran responsabilidad y un esfuerzo enorme. Sus entrenamientos eran de seis horas diarias y sin excusa alguna, siempre los cumplió, sin quejas, sin ningún pretexto trabajando día a día para mejorar.
Eso también le sirvió para terminar sus estudios en el colegio y empezar la carrera de derecho en la Universidad San Buenaventura. Ambos con beca completa. Tanto fue su compromiso que se convirtió en el tercer espaldista del Valle, hasta que después de competir en un Campeonato Internacional Ciudad de Cali, se le acercaron los entrenadores Javier Gómez y Fernando Sarana para hacerle un chequeo y mirar sus tiempos y ver si tenía la posibilidad de participar en los Juegos Paralímpicos de Arnhem, Países Bajos.
Era Semana Santa de 1980 y la reacción de los entrenadores fue compartida, al ver sus registros: "usted está listo", le dijeron, después de las pruebas. Desde ahí comenzó su preparación para lo que sería su primera participación en los juegos, solo tuvo tres meses, pero el haber trabajado toda una vida con el sector convencional le sirvió para luchar codo a codo a nivel internacional, sin sonrojarse y siempre con la mentalidad de llegar a lo más alto.
Eso se vio reflejado en su carrera en el sector, porque no solo fue el oro en los 100 metros pecho, sino también el bronce en los 100 metros espalda, en el mismo evento. Así mismo, logró el oro y el bronce en el Mundial de Para Natación, que se llevó a cabo en Gotemburgo, Suecia en 1986. De principio a fin, Pedro Mejía, con sus rizos dorados y ojos claros, deslumbró a Colombia, por esa dedicación que siempre tuvo para representar al país, a nivel internacional y esa mentalidad imparable.
"Lo importante del deporte es que se pueda aplicar todo el esfuerzo y la estrategia en la vida". De manera filosófica, así define su paso por el deporte, porque todo es efímero, nada dura para siempre y solo queda el aprendizaje, las enseñanzas de un proceso que lleva al atleta a disfrutar por cinco minutos una vida llena de entrenamientos. Los cinco mejores minutos de la vida.
