Prensa Coldeportes
Se conocieron de niños en el bicicrós y ahora la bicicleta los vuelve a unir en el ciclismo de pista de los Bolivarianos. La particular historia de dos ejemplos del deporte colombiano.
"Estoy acá por el ‘Niga’, él es el culpable", suelta con su sonrisa tan amplia como espontánea Mariana Pajón, a la hora de preguntársele la razón por la que decidió probar en el ciclismo de pista tras ganarlo todo en el BMX, no sin antes usar su índice derecho para apuntarle a Rubén Darío Murillo, a quien el bicicrós le presentó primero como rival, para luego convertirlo en amigo entrañable.
En la pista de BMX de Medellín se cruzaron por primera vez y hoy, 15 años después, se reencuentran en el velódromo Alcides Nieto Patiño de Cali vistiendo la misma camiseta, la tricolor, arropados por la misma ilusión en los Juegos Bolivarianos. El pedal los ha unido de nuevo, o mejor, un poco más ahora.
"Yo estaba muy chiquito, tenía 12 años, nos llevamos un año. Vivía en mi pueblo, en Chigorodó, y fuimos a un departamental a Medellín. A la niña Mariana la metieron en mi categoría, es decir, un año menor y con varones porque a ella, ante semejante talento, la probaban con niños. Entonces dije, cómo me va a ganar una niña, así que al principio la vi como rival, pero en realidad fue la primera prueba de una amistad que hemos cultivado con el tiempo", recuerda entre la nostalgia y la emoción Rubén, que dejaría luego los saltos prolongados en medio de la arena para convertirse en un excelso partidor de la pista.
Para este ciclista, el único urabeño de la selección, Pajón tiene todo para triunfar en este nuevo desafío porque "porque es una niña que aprende demasiado rápido". "Es un amor de persona y es fácil enseñarle a alguien que quiere aprender", revela para aumentar la lista de valores de la múltiple campeona del mundo y bicampeona olímpica. (Escuchar audio)
Se reencontraron el domingo en Cali y "cuando llegó a la concentración parecía un sueño". Lo hacía despierto en realidad, al confesar: "antes luchamos juntos en BMX y ahora compartimos en la pista y más que un orgullo, es una satisfacción saber que he servido de impulso no sólo para ella sino también a otros amigos del bicicrós que sueñan y tienen ganas de ser selección Colombia en esta modalidad".
En cuanto a los consejos que le da a su entrañable ‘Tata’, como le llama con cariño, Rubén considera que más bien "son detallitos de técnica, como la posición del cuerpo, la forma de pedalear y respirar, porque la condición física ella la tiene y las condiciones, ni hablar".
Eso sí, este martes, cuando busque el oro en la prueba de la velocidad por equipos junto a Martha Bayona, el ‘Niga’ será el hincha más desaforado."Yo le grito ‘duro, más fuerte’, que le meta verraquera porque qué más le puede pedir uno a una campeona como ella", dice entre risas este deportista que siempre ha estado rodeado de estrellas.
Antes de pedalear, le gustó el balón y en su natal Chigorodó fue compañero de un tal Juan Guillermo Cuadrado. "Mis inicios fueron en el fútbol y compartimos en selección Urabá. Él era delantero y yo defensa central. En ese momento jugamos por todo el Atlántico, viajamos mucho, hasta que yo conocí la bicicleta y me desvié. Hablamos aún, no mucho, pero nos mantenemos en contacto", relata con emoción, como si fuera a gritar un gol.
Rubén se siente orgulloso de "tener amigos que han crecido mucho, ver y admirar sus procesos, de dónde vienen y quiénes son", pero también es un impulso para él "ser mucho más grande". Ya corre tras esa meta y mientras la termina de cruzar, tiene algo asegurado: de amistad incondicional es campeón indiscutido.
